Capítulo 31

Y tu animal se pone furioso. Golpea sus cascos contra el suelo cubierto de aserrín de la gran carpa y revuelve vencido sus crines en el aire envuelto en palmas y risotadas que le hacen temblar; enceguecido por un trastornado furor se echa al suelo a relinchar y a patalear; así tumbado, se niega a hacerse el muertito, a ladrar una vez si sí y dos veces si no; no quiere blandir la sombrilla sobre la pelota multicolor, vestido con tutú, y muestra sus peligrosos dientes a pesar de no pasar de un osezno cagado de miedo.

Tu animal se agita, se retuerce, y si examinases con detalle sus ojos te toparías con una mirada entre lacrimosa y hostil, marcada por las vilezas del domador de circo. Tu pobre mono de feria.

No aprendiste bien las piruetas. Pero el Todo, el devenir es más fuerte. Olvidate entonces de ceder a esas nostalgias que te pasman maravillosamente y dejá de sonreír como estúpido, de tener orgasmos mentales cuando hacés esto y aquello como si tal cosa.

Te sale el indio. Lo tenías ahí maniatado y desnudo, todo meado en un rincón. Te sale y te pregunta por un camino, y vos le decís: “Ya no existen los caminos, porque todo camino hoy es uno”. Y el indio llora y te parece que si le emborrachás te va a costar menos trabajo volver a encerrarlo, a enterrarlo. Cómo de atropelladamente tomás y la espuma se te pega a la nariz y la cerveza desciende amarga y pesada por tu garganta como si te diera pataditas.

Tu pobre bárbaro. Tu cara de la nada que tiembla en ese espejo del que quisieras borrar tu reflejo. Y a fuerza de premios te sale la cara del conformista hedónico. Qué grillos más efectivos, qué mejores amarras.

Pero atados o vejados, tu bárbaro y tus bestias enervadas sueltan algún bufido y aguardan el momento oportuno para atacar al castrador, porque es suicida no esperar algo, vos sabés.

El lunes te van a estar esperando para que mancilles tu tiempo, para que reduzcas a tu indio y a tus animales y te digan hombre bien. Ni siquiera hay ganas de coger, porque a quién en su sano juicio le daría ganas de coger en tales circunstancias. A tu amigo Mario pues, que les hace el favor a los trolos[1] cincuentones por algunos billetes, dice que por pura “necesidad”. Muerto del asco dice el pobre, pero cómo se divierte…



[1] Trolo: Puto. Homosexual.

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