Capítulo 19

Esos terrores. El archivo absoluto de canciones: Los arrebatos imprecisos que se cuelan por su profesar algo y le exasperan cuando en algún índice, en inglés, en portugués, la furia ígnea tiene algún gemelo hermoso; lo suyo, piensa, no pasa entonces de un deleznable impostor, de una réplica difusa y pueril que merece la hoguera, la desaparición forzosa, porque da la impresión de que todo está solfeado y de que no se requieren trucos cuando el envido está cantado y uno se agüena.[1]

De nada sirve florear sus frases con imágenes ni figuras porque con o sin ellas algún compositor profirió la misma angustia en country o en bossa nova, en polka jahe’o,[2] en alguna novela o en las locuciones que le asquean, piensa. Cuando alguien se sube a la tarima y hace reclamos que ya allá del otro lado de la Historia hace quién sabe cuánto, es la misma canción. Él no quiere tragarse las repeticiones, las infinitas variaciones, porque aprendió que tiene que ser joven, que tiene que ser genio y profesar la originalidad en sus invenciones. La originalidad, ¿es el valor supremo de la creatividad?

Se le ocurre de todo; todos lugares comunes, ronroneos o crujir de triplex bajo el agua. Y la alternativa parece obvia: Crear la impresión de un instrumento imaginario que se ejecuta doblando el espinazo y recitar alguna indefinible jerigonza. Pero ya existe esa canción.



[1] Agüenarse: Abuenarse. En el juego de truco, sumar puntos suficientes para tener una buena, la mitad de los puntos requeridos para ganar el partido.

[2] Polka jahe’o: Variante popular de la polka paraguaya. Jahe’o significa sollozo, se aplica a la música para referirse tanto al modo de cantar como a las letras que por lo general relatan amores frustrados o penurias del hombre del campo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario